EL PATIO AZUL

Blog del Círculo literario EL PATIO AZUL, en él encontrarás poesía de variada temática, lo social se funde con lo metafísico y aparece reflejado en una filosofía que flota en cada verso. También la narrativa se desliza breve, con talento y sensibilidad.

Friday, January 26, 2007

AUTOBIOGRAFÍA Y TESTIMONIO EN BALADAS DEL ORNITORRINCO DE RICARDO AYLLON


Por: Gustavo Tapia Reyes

La narrativa corta no suele únicamente estar conformada solo por cuentos y novelas, hay detrás una serie de especies que, pululando en la periferie, pacientes esperan un cultor que las acoja, como sucede con la crónica, ese género híbrido que Julio Villanueva Chang ha denominado “el ornitorrinco de la prosa”. Por eso, lo primero que debemos indicar es que Baladas del ornitorrinco (2005)(*) de Ricardo Ayllón Cabrejos, ni son baladas, al modo de las antiguas creadas de anónima manera en la literatura universal, ni tampoco son cuentos o algo que se les aproxime, solo continúan lo iniciado por el autor a través de su Monólogos para Leonardo (2001). Empero, están bien escritas y merecen un espacio mayor en las antologías, además que -sin desmerecer su calidad- representan para el autor una suerte de ejercicios narrativos antes de emprender otros desafíos.

Muchos de estos textos tuvieron como destino las páginas del diario La Industria de Chimbote, otras aparecieron en la revista Puerto de Oro y alguna que otra se mantuvo al margen, aunque por igual desde ahí Ayllón los ha rescatado para darles la forma definitiva que ahora ostentan. Son impresionistas, entrañables, nostálgicas, recordatorias, históricas, pegadas a la evocación o subyugadas por la ficción, de continuo indomable. Tenemos las que reflejan vivencias familiares como Mi viejo hermano menor, sobre ese lado por lo general no dilucidado entre dos hermanos, uno mayor y el otro menor, quienes al tomar rumbos distintos, terminan en la práctica por invertirse los roles: abismando su buena humanidad en la monstruosa urbe, se olvidó que era el menor de los dos y comenzó a caminar solo por la vida (p.17); Melancolía en torno a un plátano despanzurrado, consigna la situación de cómo un hijo al volver del colegio tiene en la mochila una fruta en proceso de descomposición, espera quizás una reprimenda que, enfrente del padre, se vuelve en comprensión al hacerle evocar su propia infancia; Ofrenda es, como indica el título, un homenaje a la muerte de su abuelo materno Alfredo Cabrejos, presentado cual imperturbable aficionado a la gallística que me hacía verlo como a un tipo rudo, como a un hombre formidable que sabía aceptar con estoicismo los triunfos y derrotas de sus aves (p.29), convirtiéndolo en su ejemplo cuando le tocaba enfrentar situaciones difíciles.
También se incluyen las crónicas amicales, que hacen referencia a quienes en algún momento se vincularon con el poeta de Almacén de invierno (1996). A la comunicadora social, egresada de la Universidad Nacional del Santa, hoy residente en los Estados Unidos, Maribel Alonso le dedica Pescar un dios, en verdad un sueño surgido del afán por obsequiarle a su amiga, nada menos que a Poseidón cazado, haciéndolo preparar la expedición con cuatro enormes lanchas, antes que despierte: Cuando lo hago, mi esposa trata de callar a Leonardo, nuestro pequeño hijo de dos años, entre la penumbra (p.25); en La bala de la fortuna está retratado ese lejano amigo suyo de variopinta suerte, viviendo con una bala alojada en el cráneo, atropellado por un auto, cuyo conductor era un empresario ladrillero, se casó con la hija de éste, divorciado después y en la miseria, ganó una lotería que lo hizo rico, considerando entonces: ese adminículo es el causante de su buena fortuna y que, estoy seguro ahora, jamás lo abandonará (p.22).
El aspecto directamente autobiográfico aparece en El San Pedrito de mi vida, crónica que le sirve para recordar al santo patrón de Chimbote, no como representante de la religiosidad popular porteña sino como esa efigie que nunca le significó nada, excepto la diversión multiplicada a gran escala en su día central el 29 de junio; en Escrito sin las gafas puestas, de rasgos ligeramente ribeyrianos, hay una defensa de las cosas que por su cotidianeidad no les prestamos ninguna atención, pese a la importancia que tienen en nuestras vidas, mientras que O la sinfonía perfecta de la inspiración y el delirio viene a ser la crónica en torno a las peripecias vitales de Ayllón, primero ante una máquina de escribir prestada, luego comprada a plazos por su padre, derivando mucho después en una computadora al hacerse periodista, secretario de juzgado o ejecutivo de cobranzas, llegando a la propia tan fiel como mi sombra, aunque suele sorprenderme eventualmente cuando muestra su capricho natural de amante consentida (p.33).
Una crónica entrañable por su tono es el homenaje melancólico de un Ricardo Ayllón, estudiante de Derecho en la capital, pero siempre habitando los escondites de la literatura, al libro de poesía que le permitiera vivir mejores días con gratas experiencias, pese a los amores extraviados, según narra en Nostalgia por Neruda, acerca del libro Todo el amor, que en la vieja edición de Losada, compendiaba la poesía amorosa y palpitante del autor chileno, señalando la contradicción que se lo haya prestado un compañero de universidad, con quien jamás habló de poesía, devolviéndoselo recién tras seis meses: Todo ese tiempo Neruda me ayudó a comprender que el amor debe escribirse con amor, con el alma sumergida en la condena del placer y el gozo de la lágrima (p.42). En ¡Salud poeta!, está la vanidad de un experimentado Cesáreo Martínez, invitando para un recital a un poeta nada social como Ayllón, felicitándolo con una efusividad que anímicamente lo fortalece, cayendo luego en la presunción de que aquel solo se estaba exaltando a sí mismo o en Liberar un texto, especula sobre el misterio de la creación literaria, permitiendo la gestación de un escrito, que después será arrojado a andar solo por el mundo, como un hijo, separado del autor; sumándole Noviembre, una crónica donde sin consideraciones despotrica del undécimo mes del año.
Vale destacar dos crónicas que reflejan la condición humana muchas veces tan endeble frente a la realidad. En Novísima verba se contextualiza al hombre en siglos y épocas distintas enfrentando a la muerte y cómo dicha experiencia tan extrema puede dar origen, inspirar si se quiere, aquellas frases que han quedado para siempre formando parte de la historia, por cuanto las dijeron acaso con el único afán de ser evocadas. Varias son las que sorprenden, incluso si fueron expresadas por gente tan detestable como el oportunista Danton en la Francia del siglo XVIII o por el monstruo Nerón de la antigua Roma, siéndome particularmente impactante por las dimensiones que adiciona, esa del pensador francés Pierre Gassendi: Nací sin saber por qué, he vivido sin saber cómo y muero sin saber cómo ni por qué (p.55). Igualmente, a partir del comportamiento mostrado por ciertos animales –que se son supone inferiores-, latente en La suerte de Jubilado se estampa al estilo de Rebelión en la granja (1945), la alegórica novela de George Orwell, un texto que a ratos parece una crónica de ficción -como también parece La bala de la fortuna-, narrando la acción que Ayllón ubica en el corral de una casa, donde un loro y un gato han establecido una alianza para proteger -del eventual ataque de felinos foráneos- a una vieja ave de nombre “Jubilado”, siendo una pesada carga para ambos, pese a que lo hacen con un sentido de solidaridad increíble, hasta que (como el hombre mismo en las novelas de Ernest Hemingway) acaba siendo raptado por un águila.
Sin duda, estas crónicas se quedan impregnadas en quien las lee, debido al arte propio manejado por el autor, aprehendiendo esos detalles nimios, por ahí ocultos, tal vez nunca definidos, logrando rescatarlos gracias a una escritura que los pone sobre la hoja en blanco, de manera tal que no se pierdan en el olvido sino que aparezcan revitalizados, retornen insuflados de energía, nos muestren ese otro lado de lo que siendo tan común nunca vemos, a través de un lenguaje que, aun siendo de prosa narrativa enfocando temas realistas, no se exime de un suave aliento de poesía, que las tornan mucho más sugerentes, en consonancia a la precisión con que están abordados, yendo más allá de la rutina y lo cotidiano. Por lo anotado, Baladas del ornitorrinco representa la continuidad de quien, con todos los perfiles que ya ostenta, aún podemos esperar narraciones de mayor envergadura, acorde con su talento.

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(*) AYLLÓN, Ricardo Baladas del ornitorrinco, Colección Biblioteca Ancashina, Volumen 17, Lima, 2005.

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