Señoritas de Aviñón de Pablo Picasso
Con veinticinco años, Picasso sufre una de las más graves crisis personales y creativas de su vida. Abandona los pinceles y se recluye en su estudio. El pintor busca y, tras seis meses de trabajo, encuentra “Las señoritas de Aviñón”, una creación genial que abrió una brecha entre el pasado y el futuro de la pintura y que ahora celebra su centenario.
A principios de 1907, Pablo Picasso, que tenía entonces veinticinco años, entró en una de las más graves crisis personales y creativas de su vida. Es André Salmon quien nos informa de que “estaba intranquilo”, había vuelto los lienzos contra la pared y se dedicaba solamente a dibujar. El caso es que pudo permitirse el lujo de “tirar los pinceles” y de no pintar prácticamente nada durante unos meses, pues unas ventas recientes a Ambroise Vollard y a los Stein (Leo y Gertrude) le habrían dado cierto respaldo económico, permitiéndole alquilar, incluso, una habitación suplementaria debajo de su estudio principal, en el Bateau Lavoir. Ahí es donde se encerró, al parecer, para elaborar la mayor parte de los bocetos preparatorios del cuadro que conocemos con el título de Las señoritas de Aviñón. ¿Era también una manera de huir de Fernande Olivier, su compañera de los últimos años?
La verdad, sin embargo, es que se podría prescindir del anecdotario biográfico y reconstruir un itinerario creativo que parece conducir de un modo bastante lógico hacia “Las señoritas de Aviñón”. Juan Antonio Ramírez explica en este número la importancia de la pintura en la historia del arte y cómo Picasso consiguió con ella huir de la pudibundez del mundo del arte y acabar con la larga era del ilusionismo, haciendo descender la pintura, por fin, al ámbito de la realidad.
Tomado de: www.panoramacajamrquino.com
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