EL PATIO AZUL

Blog del Círculo literario EL PATIO AZUL, en él encontrarás poesía de variada temática, lo social se funde con lo metafísico y aparece reflejado en una filosofía que flota en cada verso. También la narrativa se desliza breve, con talento y sensibilidad.

Monday, November 06, 2006

Pablo Guevara, el amigo poeta ha muerto ayer mientras yo vivía



•• Remembranza al poeta Pablo Guevara, quien falleció el 1º de noviembre, a los 76 años.

Odi Gonzales. Ha muerto mi padre espiritual, el poeta que me adoptó como a uno más de sus hijos y me dio su cariño y presentó todos mis libros. Ha muerto ese inmenso y sencillo ser que cierta vez –sin que yo lo supiera– llegó a Calca, en el Valle del Urubamba, para conocer a mi padre carpintero que hacía ataúdes para los muertos en volcaduras. Ha muerto el poeta que me dijo: "Ahora hay que escribir contemplando un kilo de pan y no una puesta de Sol".

Desde hace unos días me encuentro en Cusco, y esta mañana, cuando me encaminaba al cementerio de Calca, a depositar gladiolos en la tumba de mi padre Vicente, recibí la llamada de Hanne, la entrañable mamá Hanne, viuda de Pablo, la compañera fiel que alguna vez, luego de una rabieta del poeta, nos dijo: "Para mí, ser la esposa de Pablo es un oficio".
Ha muerto, pues, el poeta amado por todas las generaciones.

En las tantas visitas a su casa de Pachacámac –donde yo tenía mi cuarto– pude hojear el inmenso archivo de poesía cruda, de los miles de vates que participaron en los concursos innumerables en los que Pablo fue casi siempre miembro del jurado. Otras veces el poeta me confió su archivo fotográfico del que recuerdo sus fotos de niño chic, y aquélla otra en un parque de París, bailando afroperuano –para ganarse unos francos– con la cara pintada de betún, en una coreografía en la que estaba Mario Vargas Llosa.

Días atrás, cuando lo visité en el Hospital Rebagliati, su espíritu irreductible seguía guerreando. En su cama, El Buey Solo resistía. Hoy, después de la llamada de Hanne, y camino al cementerio de Calca, sollocé con mi ramo de gladiolos, huérfano de mis dos padres.

Recuerdo que una noche, en su casa de Pachacámac, cuando la cena estaba dispuesta y todos sentados a la mesa, Mariska –mi pareja, que recién conocía al poeta– le preguntó señalando a sus dos hijos varones si ellos también eran poetas. Y Pablo le contestó: "No. Estos son simples mortales".

Valle del Urubamba, 2 de nov, 2006

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