Los premios y las penas
Apenas empezábamos a celebrar el Premio Alfaguara de Novela que ganó Santiago Roncagliolo, por su novela Abril rojo (27 de febrero), cuando nos acongojaba la muerte de nuestro mayor poeta vivo, Jorge Eduardo Eielson (9 de marzo).
Antes, en enero, Arturo Corcuera había ganado el premio Casa de las Américas con su poemario A bordo del arca.
Más tarde, el 11 de octubre, recibíamos con algarabía el Premio García Lorca (el de mayor dotación económica de la poesía castellana) a la poeta Blanca Varela, y dos días después dábamos cuenta del fallecimiento de Cecilia Bustamante, ganadora del Premio Nacional de Poesía en 1965.
El 3 de marzo, informábamos que el poeta Carlos Germán Belli había ganado los 30 mil dólares del Premio Iberoamericano de Poesía, el más importante entregado en Latinoamérica. Meses después, el 4 de noviembre, con pena comunicábamos la desaparición del gran poeta Pablo Guevara.
Entre la vida y la muerte, entre los premios y las penas, entre las obras y las desilusiones, así ha sido el 2006 en el mundo de la cultura.
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