EL PATIO AZUL

Blog del Círculo literario EL PATIO AZUL, en él encontrarás poesía de variada temática, lo social se funde con lo metafísico y aparece reflejado en una filosofía que flota en cada verso. También la narrativa se desliza breve, con talento y sensibilidad.

Wednesday, March 21, 2007

Federico Barreto






Federico Barreto es para Tacna, el Cantor del Cautiverio, el poeta que lograba, con sus finos versos, insuflar de patriotismo a los tacneños en los años de la ocupación chilena que duró casi cincuenta años en la Heroica Ciudad. Entre la intelectualidad que encabezó la tenaz resistencia a la ocupación enemiga de Tacna tiene un puesto de honor Federico Barreto, quien, además de sus dotes de patriota, fue como hombre de letras un indiscutible valor, principalmente en la poesía.
A los 17 años de edad se inició en las lides periodísticas, colaborando con sus poemas en el diario Los Andes, fundado y dirigido por Cúneo Vidal.Pero el inicio de las acciones bélicas con Chile, y la consecuente alteración de la vida normal en la ciudad, hicieron que sus padres lo enviaran a Lima para que continuara sus estudios. Terminada la ocupación retornó a Tacna, reiniciando su actividad intelectual, dirigida desde los primeros momentos a alentar la resistencia. Se editaba en Tacna por ese entonces El Deber, El Tacora y el periódico chileno El Eco; Barreto fundó El Progresista, que se convirtió en trincheras de la campaña antichilena.
Más tarde, con su hermano José María, fundó la Voz del Sur, asaltado y destruido por los chilenos debido a su campaña peruanista. Barreto, autor de Algo Mío, Aroma de Mujer y otras obras elogiadas por la crítica murió en Marsella (Francia), el 30 de octubre de 1929, sin haber podido estar presente en la Reincorporación de Tacna, que era su principal anhelo. Varios poemas de Barreto fueron convertidos en bellas canciones como sucedió con Calvo y Herat. A continuación uno de sus célebres poemas.

Ódiame: Ódiame por piedad yo te lo pido/ Ódiame sin medida ni clemencia/ Odio quiero más que indiferencia/ porque el rencor hiere menos que el olvido./ Ódiame por piedad yo te lo pido/ Ódiame sin medida ni clemencia/ Odio quiero más que indiferencia/ porque el rencor hiere menos que el olvido./ Si tu me odias, quedaré yo convencido/ de que me amaste mujer con insistencia/ pero ten presente, y de acuerdo a la experiencia,/ que tan solo se odia lo querido...

Tuesday, March 13, 2007

Aunque nadie me ve nunca contigo


Por: Erika Almenara

Cada mañana la avenida Larco es invadida de peatones, autos y combis que irrumpen la tranquilidad de la madrugada. Llega un nuevo día, los chicos regresan al colegio y el sol, ya no brilla tanto para algunos mortales. FASA abre sus puertas que, por esas horas, no vende medicinas sino gaseosas y galletas, transeúntes que no alcanzan a tomar el desayuno. En medio de ello, yo camino, cartera y lonchera en mano. El casino Mardi Grass me anuncia producción de madrugada con el olor a rosas y cigarrillo que percibo una cuadra antes de pasar por ahí. Por ello, decidí, desde hace algún tiempo, caminar por la acera de enfrente, ahí donde esta ubicado el Cheef' s Cafe. Oscuros colores y cabezas canas, períodicos, tazas de café humeante, jóvenes en blusa blanca y falda negra, sí es verano, aún no toca el pantalón. La misma mesa de siempre y los ojos de mar en calma. Me siento en pausa. Los siete pasos que dura el encuentro se hacen pesados y mis caderas quieren moverse lento y mi boca estirarse de comisura a comisura. Es él, otra vez. Yo diría que es inglés aunque quizá me equivoque. Nunca fui buena adivinando nacionalidades a lo lejos.No ha sido uno ni dos ni tres los días en que me cruzo con esos ojos. No. Ya vamos tres meses y siento que cada mañana asisto a una cita que dura siete pasos: alisto mi ropa cada noche pensando que a la mañana siguiente se repetirá el ritual de seguirnos con la mirada, su mirada -porque al final no resistó y giro el rostro- tan intensa pero tímida, tan sutil que quisiera aprender. Me hablará alguna vez? Serán otros nuestros actos, irán más allá de la mirada, se convertirá esta en contemplación? Sólo él lo sabe.

Del agua, sus funcionarios, botellas descartables y una ambiciosa minera




Cuando llueve a veces nos sentimos incómodos porque debemos cruzar las calles con no pocas precauciones, porque debemos tomar un carro para llegar a nuestro centro de trabajo o simplemente por el malestar que causa el mojarse bajo la lluvia. Ignoramos que esa lluvia que detestamos quizás un día sea la única fuente de agua dulce que podamos encontrar sobre la tierra.El agua ha empezado a desaparecer del planeta, el agua ha empezado a ser cada vez más turbia y sucia.


Hace unos años vivía en el barrio Chontapaccha, en una casa donde no había agua potable como en muchas casas del vecindario, cada casa tenía un pozo con una larga soga y un balde con el que se extraía el agua, esos tiempos se extinguieron, como se han extinguido varios manantiales ya en esa zona.Hace unos años se abrían los caños y un agua limpia y cristalina fluía por los caños, siempre nos dijeron que el agua era insípida e incolora, nos mintieron, el agua de aquellos tiempos tenía un olor a pureza a limpia y beberla era tan agradable como acariciar el cielo, su olor era el llanto de la tierra llorando de alegría.


Hoy por las mañanas un agua lechosa corre al abrir las llaves, agua turbia y otras veces sucia.La calidad del agua ha bajado cada día, mientras sus funcionarios pelean y se acusan mutuamente. Siempre me he preguntado si ellos tomarían esa agua potable que nos venden o acaso serán como esos profesores que trabajan en un colegio y matriculan a sus hijos en otros. Estoy convencido que los funcionarios de la empresa que nos vende el agua “potable” tienen sus casas llenas de bidones de agua de marca.


Yanacocha dice que no contamina y es algo que ni siquiera ellos creen. Yanacocha se ampara en las políticas del Estado para seguir trabajando, el Estado Peruano le hace las leyes a la medida cual sastre oficioso y amigo. El Perú recibe millones a cambio de ello y nos conformamos con eso. La Municipalidad recibe tantos millones que no tiene o no sabe en qué gastarlos. También la universidad y otras instituciones. Somos los nuevos ricos que se ganaron la lotería y nos comportamos como tal.


Antes los alcaldes y regidores trabajaban ad honoren y pocos o casi nadie querían ser alcaldes. Luego los alcaldes y regidores empezaron apercibir un sueldo y a todos de repente les nació un amor repentino por la patria y por los pobres, por la tierra donde uno vive, luego vinieron las dietas de regidores y el resto ya todos conocemos.Quizás en un mañana cercano les contemos a nuestros hijos que habían ríos y que eran como carreteras de agua que cantaban y que esas piedras redondas, oblongas son testimonio de que el agua corría, y que conocimos especies de aves que ellos ya no conocerán excepto por los libros.Quizás les hablemos de que antes las botellas eran todas de vidrio y que había que regresarlas para cambiarlas por otras, les hablaremos de antes, de ese antes feliz que vivimos, antes de que aparezcan las bolsas plásticas, las botellas descartables, los platos descartables, las cucharas descartables… y la ambición por el oro. Todas aquellas cosas que fueron destruyendo el mundo que algún día nos fue prestado.

La mujer casada


Por: Jaime Bayly

La mujer casada le dice a su esposo que va al siquiatra, que volverá en un par de horas. Es mentira. Va a casa de su amante, que la espera sin entusiasmo y piensa escribirle un correo electrónico cancelando el encuentro, pero no lo hace. Si bien la mujer casada ama a su esposo, con quien tiene dos hijos, no soporta que esté todo el día en la casa desde que lo despidieron del trabajo.


Era feliz cuando él se iba a trabajar por la mañana y ella se quedaba en la casa con los niños y la empleada colombiana. Se sentaba horas frente a la computadora, tratando de escribir una novela sobre su infancia en La Habana. Pero ahora no puede escribir (o fingir que escribe, mientras divaga en internet) porque su esposo está dando vueltas en la casa, hablando por teléfono, jugando con los niños, y su sola presencia la perturba e irrita secretamente.


La mujer casada se despide de su esposo y sus hijos, sube a la camioneta que le regaló su esposo, conduce lentamente (porque sabe que conduce mal) y media hora después llega a la casa de su amante. Son las once en punto de la mañana. Es una hora inconveniente para su amante, que suele dormir hasta pasado el mediodía. Ha puesto la alarma a las diez, se ha levantado de mal humor, arrepentido de haber pactado esa cita furtiva, se ha dado una ducha fría y ha ordenado y limpiado un poco las cosas para que ella no le dé una reprimenda por vivir en condiciones tan descuidadas.


Al salir de la ducha, ha pensado en llamar a la mujer casada y decirle que está enfermo, que no puede verla, pero no ha tenido valor para hacerlo y se ha resignado, como suele pasar en su vida, a que las circunstancias o el azar prevalezcan sobre su voluntad. Cuando ve a la mujer casada en la puerta de su casa, bajando de la camioneta, el amante se dice a sí mismo: “Menos mal que no cancelé la cita, había olvidado lo bella que es”. No se han visto hace un mes o poco más. La última vez que se vieron no pudieron besarse o acariciarse porque estaban en casa de la mujer casada, celebrando su cumpleaños, y naturalmente allí se encontraba también el esposo, que es amigo del amante o que al menos le tiene aprecio al amante y nunca pensaría que está acostándose con su mujer, principalmente porque supone que al amante le gustan los hombres (lo que es verdad) y sólo los hombres (lo que no es verdad).


La mujer casada viste esa mañana unos pantalones ajustados y una blusa blanca. Su amante se ha puesto unos pantalones holgados y una camiseta ancha para encubrir su barriga. Se dan un beso. Pasan a la cocina. Ella pide agua. No hay botellas de agua. Su amante ha olvidado comprarlas. Le sirve agua del grifo de la cocina. Ella se molesta y dice que sólo toma agua de botella. El le ofrece jugo de naranja. Ella declina. Luego se levanta, coge un vaso y lo llena con agua de caño. Cuando se dispone a beber el agua, hace un gesto de asco. El vaso está manchado con minúsculos pedazos amarillentos de naranja que han quedado impregnados, resecos, en el vidrio. Ella le dice que es un cerdo, que los gérmenes de esas partículas putrefactas de naranja pueden dar cáncer. Su amante hace un gesto resignado y dice que todo da cáncer, que seguramente lavar los vasos con detergente también da cáncer. Luego le sirve uvas y pasta de guayaba y ella parece de mejor humor porque le encanta comer pasta de guayaba y dice que los besos de su amante saben a guayaba y a veces cuando están en la cama le dice “méteme guayaba”, que es una expresión que a él le encanta.


La mujer casada le pregunta si ha leído su novela, el borrador de la novela que le entregó la noche de su cumpleaños. Su amante dice que sí la ha leído, que le ha gustado. No miente. Pero luego le dice que el título no le ha gustado y que el final podría mejorar. Ella come guayaba y escucha en silencio. El piensa que sólo les queda media hora (porque la cita con el siquiatra supuestamente dura una hora) y que es una pena que estén perdiendo el tiempo hablando de aquella novela que, si bien ha leído con interés, cree que no merece ser publicada tal como está (pero eso no se lo dice). Luego le dice que el final es demasiado feliz, que los buenos finales nunca son tan felices porque la felicidad sólo produce mala literatura y porque además en la vida nunca nadie tiene un final feliz, todos se mueren. Ella dice que no pensó mucho ese final, que simplemente se cansó de escribir.


La mujer casada ignora el timbre de su celular. “Es mi marido, qué pesado”, dice. Luego le dice a su amante que la otra noche lo vio en la televisión y lo odió. “Eres un tonto y un ignorante”, le dice. Su amante sonríe, la abraza por detrás, le huele el cuello, la besa. Ella le dice que no soporta verlo en televisión, que no tiene gracia, que trata mal a sus invitados, que se cree más listo de lo que es. Su amante goza extrañamente siempre que ella lo critica (algo que ocurre con frecuencia) porque le recuerda que así se conocieron, una noche, a la salida del teatro, donde él presentó un monólogo de humor, cuando ella se le acercó, con una falda corta y botas blancas, y le dijo: “Devuélveme la plata, no me hiciste reír nada”.


La mujer casada y su amante pasan a la habitación. El celular vuelve a sonar, pero ella lo ignora. Luego se quita con dificultad el pantalón ajustado, pero no la blusa, porque no le gustan sus pechos, dice que se le han caído después de amamantar a sus dos hijos. Su amante se saca el pantalón, pero no la camiseta, porque no le gusta su barriga, le da vergüenza. Aunque va al gimnasio todos los días y hace abdominales, su barriga no cede y amenaza con extender sus dominios. Se besan. Se tocan. En realidad, ella no hace nada, sólo se deja besar y tocar. Luego él va al baño y advierte que no tiene condones. Se lo dice. Ella se queda tendida en la cama y dice: “No importa. Mejor. Ya sabes lo que tienes que hacer”. Cuando terminan, vuelve a sonar el celular. La mujer casada contesta y le dice en inglés a su marido que está saliendo de la consulta del siquiatra, que lo ama, que está en camino. Luego se viste deprisa, se echa un perfume que saca del bolso y camina hasta la puerta. Su amante la acompaña en calzoncillos. Antes de irse, la mujer casada lo mira con un brillo malicioso y le dice: “Yo sé que no me amas. Yo tampoco te amo. Te estoy usando. Voy a acostarme contigo hasta que me ayudes a publicar la novela. Después no me verás más”. Su amante se ríe y la ve alejarse, pero sabe que no está bromeando.

El Falso poema de Borges y La falsa carta de Gabriel García Márquez




El poema “Instantes” y “la carta “Carta a mis amigos” Circularon en diferentes medios impresos, radiales y hasta por Internet, el poema de Borges y la carta de Gabo, después de unos días se comprobó que ambos escritos eran falsos y que no pertenecían a estos autores, sin embargo, el hecho no les resta belleza al contenido, se desconoce la autoría pero debemos reconocer que tienen profundidad y belleza.


El falso poema de Jorge Luis Borges

Este poema fue atribuido a Jorge Luis Borges, ahora se sabe con certeza que ese poema no es de su autoría y que alguien lo difundió haciendo creer al mundo que era de Borges, hasta la actualidad no se sabe a ciencia cierta el origen del poema, sin embargo, eso no lo exime de ser un gran poema.


Instantes


Si pudiera vivir nuevamente mi vida.En la próxima trataría de cometer más errores.No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.Sería más tonto de lo que he sido, de hechotomaría muy pocas cosas con seriedad.Sería menos higiénico.Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaríamás atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos.Iría a más lugares adonde nunca he ido, comeríamás helados y menos habas, tendría más problemasreales y menos imaginarios.Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamentecada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría.Pero si pudiera volver atrás trataría de tenersolamente buenos momentos.Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos;no te pierdas el ahora.Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin termómetro,una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas;Si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principiosde la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño.Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceresy jugaría con más niños, si tuviera otra vez la vida por delante.Pero ya tengo 85 años y sé que me estoy muriendo.


La Falsa Carta de Gabriel García Márquez a sus amigos.

Esta supuesta carta de Gabriel García Márquez es falsa. En 1997 el periodista peruano Mirko Lauer la difundió en su columna que editaba en el diario La República. En una breve aclaración el periodista dijo, en ese entonces, que unos amigos le entregaron en una reunión diplomática la carta de despedida del Gabo, ya que padecía cáncer. El tema causó tal revuelo que el propio García Márquez la desmintió. Gabo la calificó de ridícula y dijo que él no escribe así.



Carta a mis amigos


Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma. A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres... He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.


He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre. He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo. Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas. Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma.
Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría “te quiero” y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes. Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré. El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo.
Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo. Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles “lo siento”, “perdóname”, “por favor”, “gracias” y todas las palabras de amor que conoces. Nadie te recordará por tus pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos. Demuestra a tus amigos y seres queridos cuanto te importan.”

Señoritas de Aviñón de Pablo Picasso


Con veinticinco años, Picasso sufre una de las más graves crisis personales y creativas de su vida. Abandona los pinceles y se recluye en su estudio. El pintor busca y, tras seis meses de trabajo, encuentra “Las señoritas de Aviñón”, una creación genial que abrió una brecha entre el pasado y el futuro de la pintura y que ahora celebra su centenario.


A principios de 1907, Pablo Picasso, que tenía entonces veinticinco años, entró en una de las más graves crisis personales y creativas de su vida. Es André Salmon quien nos informa de que “estaba intranquilo”, había vuelto los lienzos contra la pared y se dedicaba solamente a dibujar. El caso es que pudo permitirse el lujo de “tirar los pinceles” y de no pintar prácticamente nada durante unos meses, pues unas ventas recientes a Ambroise Vollard y a los Stein (Leo y Gertrude) le habrían dado cierto respaldo económico, permitiéndole alquilar, incluso, una habitación suplementaria debajo de su estudio principal, en el Bateau Lavoir. Ahí es donde se encerró, al parecer, para elaborar la mayor parte de los bocetos preparatorios del cuadro que conocemos con el título de Las señoritas de Aviñón. ¿Era también una manera de huir de Fernande Olivier, su compañera de los últimos años?


La verdad, sin embargo, es que se podría prescindir del anecdotario biográfico y reconstruir un itinerario creativo que parece conducir de un modo bastante lógico hacia “Las señoritas de Aviñón”. Juan Antonio Ramírez explica en este número la importancia de la pintura en la historia del arte y cómo Picasso consiguió con ella huir de la pudibundez del mundo del arte y acabar con la larga era del ilusionismo, haciendo descender la pintura, por fin, al ámbito de la realidad.
Tomado de: www.panoramacajamrquino.com

Recordando a Jorge Eduardo Eielson



Esta semana se cumplió un año de la muerte de Eielson y no podíamos dejar de recordar a tan ilustre poeta.


En 1969, cuando el hombre llegó a La Luna, Eielson envió una carta a la NASA proponiendo que lleven obras de arte al satélite terrestre. Pese a que se negaron a cumplir su pedido, el poeta insistió y solicitó que un día esparcieran sus cenizas en el espacio.
Martha Canfield comenta que en una conversación que tuvo con él sobre el tema de la dispersión de sus cenizas, éste le contestó: "Como algunos artistas, que yo admiro y quiero muchísimo, yo también he intentado hacer de mi vida una obra de arte. No creo haberlo logrado. Tercamente, intentaré hacer por lo menos de mi muerte una obra de arte. Es mi última posibilidad".
LOS HOMBRES DE NEGOCIOS...Los hombres de negocios no respiran/ No sollozan /no conocen las magnolias./ A duras penas orinan /Y defecan cuando pueden./ Tampoco aman ninguno y /ninguno los ama. /No hay animales más veloces /Ni más cercanos a la muerte /Que estos seres vacíos /No hay cosa que no deseen/ Ni que les sea negada /mas a su contacto/ Todo se vuelve nada/ Los hombres de negocios/ Son tan veloces/ y tan necios/ Que no conocen/ El ocio.
 

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